Jean Paul Sartre fue un pensador francés que formó parte del gremio filosófico que desentrañó la existencia del hombre luego de los devastadores hechos sufridos en la primera mitad del siglo XX. Una de sus frases, aunque se piense contradictoria para la concepción actual, es ejemplar en el pensamiento existencialista y hoy la vamos a entender: "Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad". Empecemos.
Uno de los pilares que exponía Jean Paul Sartre en su filosofía era entender al ser humano como un personaje condenado a la libertad, con la que podía ajustar cientos de decisiones y crear varios objetos a partir de sus pensamientos. Además, algo que tenía claro Sartre es que la existencia, lo que se palpa y se ve, precede a la esencia, característica fundamental de eso que se ve. Por tanto, ya tendríamos un primer elemento para esa frase que nos convoca: la realidad de cualquier ser humano.
Por otra parte, Sartre valoraba e imaginaba un montón la posibilidad de construir un grupo social compacto, dónde cada uno de sus integrantes entendía su entorno, para qué servía dentro de él y cómo ponía a disposición de los demás su función, logrando que se forme un conjunto con libertad absoluta. Sin embargo, Sartre reconocía que no todos los involucrados favorecían a ese fin, con lo que la misión se empezaba a complicar. De allí, entonces, tenemos el otro componente fundamental de la frase: el sueño, el mayor anhelo que puede tener un humano.
Sartre, como cualquier otra persona, pudo fantasear una imagen de un grupo social totalmente compenetrado y responsable de su entorno, pero, a medida que analizaba su realidad, lo que existía y le rodeaba, se dio cuenta que era improbable que su sueño llegara a completarse, por lo que la sensación de desilusión se apoderó de él. Y a partir de aquí, pudo surgir un tipo resignación para Jean Paul, creyendo que la verdad, lo real, era su sueño no completado. Pero, como él mismo admite, se confundió. Podríamos asegurar que ese sueño, al no ser tangible, perdía esencia o particularidad, causa que no permitía que afectara nuestra realidad, lo que sí se vive.
En la actualidad, muchas figuras se encargan de influenciar a los demás tratando de hacer ver los sueños de cada uno como un éxito confiable o asegurado en el futuro; no obstante, para mí, terminan siendo falacias esos intentos, pues no dejan que las personas choquen con su propia realidad. ¿Quién sabe? Tal vez Sartre pretendía alertarnos frente a los engaños de la mente o proponernos ubicar lo que en verdad nos pasa en nuestro contexto. No sé. Lo único seguro, y que completa nuestra primera idea, es que de los sueños no se vive.

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